
Entré, compré uno sin siquiera examinarlo y me lo llevé a casa. Fue decepcionante.
Sí las tapas son bonitas, como de un símil cuero acolchonado. Había en varios colores (el negro tradicional se les había terminado), y yo llevé el rojo. Al tacto resulta muy agradable este cuaderno, da gusto llevarlo en la mano. Pero podían haber logrado algo un poco mejor en el interior.
El papel no es libre de ácido, por lo que si son coleccionistas de cuadernos que van llenando ustedes mismos, sepan que ese papel se pondrá amarillo con el tiempo, y se desintegrará al cabo de los años.
Como los Moleskine, este también lleva un bolsillo-acordeón en la parte interna de la tapa trasera, pero está al revés. Los Moleskine ponen la apertura hacia adentro, con lo que nunca se pierden los papelitos que uno va juntando. Con la apertura hacia afuera, puede pasar cualquier cosa.
Y son caros: a casi 50 pesos, uno se puede pedir un Moleskine y que se lo envíen por correo desde EEUU.
Todavía me falta probar bien el papel, con diversas tintas, con pegamentos, con pintura, vamos: darle caña como la que le doy a mis otros cuadernos. Pero eso lo contaré más adelante.